Hoy vamos a enfocarnos en el error más habitual de los textos literarios: la puntuación y acotación equivocada de los diálogos.

Uso del guion o el signo de menos en lugar de la raya.

Para abrir o acotar los diálogos siempre se debe usar la raya (—) en vez del guion corto (-) o el signo de menos (−). La raya se consigue con la combinación de teclas Alt + Ctrl + signo de menos en el teclado numérico.

Ejemplos:

Incorrecto:

-Prepárate que este fin de semana te enseñaré a nadar

−¿Y cómo se hace llamar ese bribón?

Correcto:

—Prepárate que este fin de semana te enseñaré a nadar

—¿Y cómo se hace llamar ese bribón?

Espacio entre la raya y el texto a acotar.

La raya abre el dialogo y siempre debe ir pegada a la primera palabra. Asimismo, en su función de acotación debe ir pegada al texto que acota, tanto al inicio como al final. Si después de la acotación comienza una nueva oración se debe poner un punto y seguido después de la raya y comenzar con mayúsculas.

Ejemplos:

Incorrecto:

— Vámonos — propuso Marcelo. — ¿Sigue en pie la oferta que te hicieron en Málaga?

—Calma, soldado— le respondió el reclutador. —Primero debemos definir una estrategia.

Correcto:

—Vámonos —propuso Marcelo—. ¿Sigue en pie la oferta que te hicieron en Málaga?

—Calma, soldado —le respondió el reclutador—. Primero debemos definir una estrategia.

Acotar de la misma manera los verbos dicendi y los no dicendi.

Los verbos dicendi, también conocidos como verbos del habla, son aquellos con los que los personajes introducen un parlamento, ya sea en estilo directo o indirecto. Los más comunes: decir, afirmar, expresar, preguntar o indicar, aunque hay una enorme lista de ellos que puedes consultar aquí. A este tema tan extenso y particular dedicaré una entrada propia en el blog.

Cuando se usan uno de estos verbos para acotar un dialogo, se deben usar en minúsculas y sin punto y seguido antes de la raya.

Ejemplo:

—Menos mal que hay alguien en casa —comentó Roberto al abrir la puerta.

—Dejad eso y corred todo lo rápido que podáis —gritó Óscar.

En cambio, cuando no se usa un verbo dicendi para acotar un diálogo, se debe poner un punto y seguido antes de la raya y comenzar en mayúsculas.

—Qué bien me conoces. —Su novia le guiñó un ojo en evidente señal de complicidad.

—Al llegar a Sarajevo debes preguntar por este hombre. Te ayudará. —Escribió el nombre en un papelito y se lo entrego doblado.

No acotar los diálogos

Este no es un error ortotipográfico, sin embargo, es un recurso que los autores desaprovechan con mucha frecuencia. La acotación del diálogo permite situar al lector en la situación que vive el personaje y hacerse una idea mejor de la ambientación o de sus sentimientos. Aunque es importante no hacerlo en exceso, pues puede ralentizar el diálogo o desconcentrar al lector.

Ejemplo:

—Bueno, creo que no es necesario que me digas nada más.

—Solo una cosa. Quiero que sepas que te aprecio.

—Claro, lo que tú digas.

Este mismo ejemplo daría mucho más de sí si lo acotamos. ¿No crees?

—Bueno, creo que no es necesario que me digas nada más —le respondió Martín tomando el abrigo de la percha. 

—Solo una cosa. Quiero que sepas que te aprecio. 

—Claro, lo que tú digas. —El joven mostró su indiferencia en forma de portazo.

El tema de los diálogos es extenso y es imposible abarcarlo en un breve espacio de redacción. Dedicaremos a ellos varias entradas más. Por el momento, puedes profundizar tus conocimientos sobre ellos, aquí.